
Éste término es muy conocido por todos pero muy poco comprendido por la mayoría.
En la sociedad de consumo en la que vivimos, un ritmo frenético; nos ha hecho perder la conexión-disfrute de la comida con una relación negativa hacia ella.
El estrés es el principal enemigo de una alimentación equilibrada, comemos de una manera más compulsiva, sin horarios bien marcados recurriendo a opciones rápidas ya preparadas y poco saludables; normalmente procesados.
El estrés en todas su formas (laboral, falta de sueño, etc.) es uno de los detonantes que nos ha llevado a aumentar los índices de obesidad en todo el globo.
La principal estrategia para combatir este gran problema, es tener una planificación semanal de menús diferentes y equilibrados; teniendo una previsión en tuppers (preferiblemente de cristal) con una nevera rica en verduras y frutas de temporada con buenas fuentes de proteína vegetal y animal.
Al final, como todo en la vida, al igual que nuestra alimentación es encontrar un punto intermedio donde podamos compaginar vida personal-laboral-salud.
La salud debe de ser el origen y la finalidad de nuestro estilo de vida, controlando lo que sí podemos mejorar: una elección correcta de los alimentos.
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